jueves, 22 de enero de 2015

Durante estos últimos días ha habido muchos comentarios sobre las muertes de París. Todos las lamentamos, aunque, también algunos,  ponemos nuestras objeciones a lo que provocó tal reacción de muerte.
Hay otra reflexión que olvidamos y que es bueno sacarla a colación con motivo de la masacre de Francia. Os la ofrezco tomada de FE ADULTA



"La respuesta que se ha dado en occidente al atentado de París muestra en muchos una cierta hipocresía, sobre todo en quienes detentan el poder político. Parece que no es lo mismo morir en París que en África o Asia... Hoy todos estamos unidos en el llorar y  condenar la violencia que dejó tras de sí 17 muertos en París. Los políticos se comprometen firmemente a hacer todo lo posible para que no vuelva repetirse. El mismo dolor, o quizás más, tendría que producirnos que cada día mueran por causas evitables 19.000 niños, según nos dice UNICEF. Según el Proyecto Hambre de las Naciones Unidas, alrededor de 24.000 personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre. Están muriendo cientos de personas día tras día, año tras año, década tras década... ante la impasibilidad de quienes podrían subsanar tan dramática situación humana, que son precisamente, y sobre todo, los que encabezaban la manifestación de París y otros que, aunque  no estuvieran, la apoyaban sin fisuras.
Claro que sí. ¿Cómo no? Rechazo total a las muertes de París, se esté o no de acuerdo con el el estilo de Charlie Hebdo, pero con la misma fuerza hemos de rechazar todas las muertes violentas en cualquier lugar del mundo. Pero también tenemos que rechazar con la misma fuerza las muertes de todos aquellos que mueren de hambre o por carencia de cualquier otro medio imprescindible para vivir. Estas muertes son también consecuencia de un cierto tipo de violencia, que, aunque sin sangre, mata. No sólo hemos de condenar sino hacer lo que esté a nuestro alcance para que se eviten. Tenemos que exigir también a nuestros dirigentes el compromiso de hacer cuanto sea necesario para que esto no pueda ocurrir. Es urgente que los que encabezaban la manifestación de París, o quienes les sustituyan en el poder político, se pongan al servicio del bien común de la humanidad y dejen de ser únicamente servidores de las élites del capitalismo productivo y financiero, que, creo, son quienes tienen en su haber millones de muertos."


José María Álvarez

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